“Las grandes crisis son también grandes momentos de innovación. Son la oportunidad para que, aunque seas pequeño, entres en un mercado donde antes solo podían estar los grandes”. Con este mensaje esperanzador inicia Pedro Moneo, CEO de la consultora Opinno y miembro del think tank del ecosistema Más Empresa de Ibercaja, el webinar “Tendencias en nuevos modelos de negocio en el mundo post-covid”.
Moneo explica que antes sucedían disrupciones cada siglo o milenio, pero ahora estamos acostumbrados a vivir incluso disrupciones simultáneas: “En los finales de década de 2010 se produjo la llegada de tres disrupciones simultáneas que se retroalimentan, lo que supuso un momento único en el que el planeta cambió las normas del juego: la llegada del 5g, el IoT y la inteligencia artificial”.
La crisis de 2008 cambió las normas en el mundo de la innovación, y por eso Moneo recuerda la importancia de emprender: “Emprender es importante para crear una nueva base de industrias, pero también para adquirir habilidades del ecosistema emprendedor como la visión, la creatividad, la capacidad para asumir riesgos… unas habilidades que van a ser cada vez más valoradas en la alta dirección de grandes compañías, gobiernos e instituciones”.
Moneo apunta que el nuevo liderazgo tiene que tener “consciencia de la finitud y de la fragilidad de los ecosistemas. Si no creamos organizaciones sostenibles van a desaparecer". A la necesidad de incluir la sostenibilidad como característica fundamental del liderazgo del futuro, Pedro Moneo presenta en este webinar otras tendencias en modelos de negocio post-covid:
- Hipocondría social: economía plata, apoyada por la inteligencia artificial, sin contacto y basada en la confianza.
- Bajo coste con valores y productos programados para durar: las personas preferiremos ahorrar más y comprar menos, y si compramos, querremos que los productos duren más. Las marcas, por su parte, van a ser más transparentes en sus valores.
- Economía del reconocimiento, poniendo en valor a los nuevos héroes: la IA va a automatizar las tareas, por lo que redefiniremos nuestros puestos de trabajo para potenciar lo no automatizable. Los empleados serán portavoces de su reputación y de la de sus compañías, y los que sepan adaptarse tendrán mejor reconocimiento y compensación.
- Servicio básico universal: los servicios digitalizables reducirán su coste marginal a casi cero. Los datos permitirán segmentar muy bien el perfil de cada usuario, y podremos ofrecer un trato especial a cada cliente. Los gobiernos pedirán a las grandes tecnológicas que se involucren en sus retos y objetivos sociales, y los ciudadanos lo tendrán en cuenta a la hora de tomar decisiones de compra.
- Digital por defecto: vamos a pasar a vernos en persona solo si es imprescindible. Vamos a un mundo donde la intimidad, privacidad y el tiempo de otros se respetarán mucho más. El canal digital será prevalente y el físico será marginal.
- Desconfianza masiva: vamos a pedir trazabilidad a la información y a los datos, estableceremos mecanismos de medir y premiar o castigar la reputación de nuestros interlocutores. Tendremos fe en el liderazgo intelectual, tecnocrático y transparente.
- Patriotismo industrial: será más sano, accesible, barato y seguro consumir productos, componentes, alimentos y energía producidos localmente. Esto pondrá en jaque a las grandes multinacionales y transformará la cadena de suministro.
- Business future thinking: nos encaminamos hacia una estrategia empresarial más futurista, colaborativa y abierta. Las redes colaborativas seguirán sofisticándose y serán el modelo organizativo más competitivo. Nos ayudarán a detectar oportunidades y amenazas, a desarrollar nuevas ideas y a viralizarlas de manera eficiente.
- Economía del propósito. Capitalismo en la slow society: aprenderemos que es rentable ser bueno, y lo incorporaremos en nuestra misión como empresa.