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Fecha de publicación 17 abril 2023

Se está demostrando que la sostenibilidad es rentable y los grandes inversores la están teniendo en cuenta

Se está demostrando que la sostenibilidad es rentable y los grandes inversores la están teniendo en cuenta

La economía circular, además de maximizar la eficiencia de recursos, es fuente de oportunidad de innovación, implica rentabilidad empresarial y generación de empleo, promueve la creación de nuevos modelos de negocio, la digitalización, el incremento de las relaciones empresariales… Por tanto, es un nuevo modelo económico que va mucho más allá de la sostenibilidad. Lo analizamos junto a Cristina Giménez-Vega, socia directora de Aditum, que impartió un ciclo recientemente en Ecosistema MÁS.

 

¿Cuáles son los principales desafíos sostenibles que se están planteando a las organizaciones desde las administraciones, inversores y clientes/consumidores?

Hay empresas realmente concienciadas, y las que no lo están tanto, cada vez están integrando más medidas de sostenibilidad ante las exigencias de la regulación, fiscalidad, impuestos… Como contrapartida, como se está demostrando que la sostenibilidad es rentable, los grandes inversores la están teniendo en cuenta y están favoreciendo que las organizaciones trabajen por un mundo más sostenible. En cuando a clientes y consumidores, puede parecer que muchos hablan de ser sostenibles y que para ellos la sostenibilidad es un valor al alza que tienen en cuenta antes de comprar, pero la realidad es que se siguen comprando muchos productos, por ejemplo, en grandes plataformas, de mala calidad, contaminantes en el momento de su reparto, etc.

¿Qué oportunidades ofrece la economía circular a las empresas para asegurar su sostenibilidad en el escenario actual?

Dado que vengo del mundo de la consultoría, en temas de sistemas, procesos, inteligencia colectiva, de cómo aplicar conciencia para generar ideas innovadoras… me he dado cuenta de que la economía circular es, en sí misma, una fuente de inspiración. Las estrategias que se plantean respecto a la economía circular para utilizar menos recursos crean oportunidades para generar nuevos servicios y productos, para impulsar el cambio y beneficiarse de la digitalización y la colaboración. El camino hacia la economía circular transcurre en paralelo al de la digitalización por la eficiencia en uso de recursos que la misma promueve. Por otra parte, la sostenibilidad también plantea problemas, y está claro que no se puede pensar en hacer la cosas solo. Hay que contar con la alineación de distribuidores, proveedores, transporte… Por lo que la forma de enfocar la economía circular es global, hay que tenerla en cuenta en toda la cadena de valor.

 

“El camino hacia la economía circular transcurre en paralelo al de la digitalización por la eficiencia en uso de recursos”.

 

¿En qué momento hemos pasado de las 3 ‘R’ a las 9 y qué supone este cambio?

Hace mucho más de lo que se cree. De hecho, hace varios años ya hablábamos de 7 ‘R’. Ahora, se pone el foco en la ‘R’ de ‘repensar’ el producto y todos los servicios de la cadena de valor; en la ‘R’ de ‘reducir’, para utilizar menos recursos; y también se apuesta por ‘reutilizar’ los productos. Hay otra ‘R’ muy importante: ‘refabricar’, que consiste en recoger un producto que ha llegado a su final de vida, analizar su estado y el de las partes o recursos que lo componen, desmontarlo y reacondicionarlo para que pueda seguir teniendo un uso. Las ‘R’ involucran a toda la cadena, por lo que se plantean muchos desafíos. Hay pros y contras, pero hay que trabajar para superar esas dificultades y potenciar los pros. 

¿Están en esta línea las empresas?

Algunas sí, por voluntad e involucración en la sostenibilidad, y otras no tanto, pero lo empiezan a hacer por obligación. Hay sectores como el de la construcción, plástico, textil… donde se les obliga cada vez a asumir más medidas, más controles… La Unión Europea emite directrices que implican una apuesta importante por la sostenibilidad, entre otras cosas, porque es una región en la que se carece de recursos críticos propios, así que hay que conservar los que se tiene. 

¿Cuál es la estrategia europea y las directrices emitidas en materia de sostenibilidad empresarial?

Hace solo unas semanas salió una ley de materias primas críticas, por ejemplo, para garantizar cadenas de suministro seguras y sostenibles para el futuro verde y digital de la UE. Se está avanzando constantemente en leyes y regulación, y las empresas lo tienen en cuenta de cara a su reporte. El reporte no debería considerarse solo una obligación, sino que hay que trabajar los indicadores para mejorar. La pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis energética… han traído muchas revelaciones. No solo hay que mirar a Europa, también hay muchas iniciativas impulsadas desde el Estado español y las comunidades autónomas, como es el caso del Gobierno de Aragón, que fomenta el modelo de economía circular definiendo una estrategia regional, asignando fondos, creando certificaciones o sellos específicos, como es el sello Aragón Circular. También se favorece la sostenibilidad desde el sector privado, y un ejemplo es Ibercaja como entidad financiera, ya que fomenta las inversiones sostenibles.

¿La RSC se considera en las compañías españolas un elemento sustancial del modelo de negocio?

La RSC tiene tres líneas: la medioambiental, la social y la de gobernanza. En medioambiente cada vez estamos más obligados en muchos aspectos; en el ámbito social las empresas se enfocan fundamentalmente a la acción social, al voluntariado; y la gobernanza avanza, en gran parte, por los sistemas de compliance, donde las exigencias también son mayores. Por obligación sí se aplica, y por moda, para trabajar los reportes. Pero si hablamos de economía circular, de sostenibilidad económica, social y medioambiental, no se puede encajonar solo en el departamento financiero de las empresas, ha de enfocarse desde el nivel estratégico y de innovación. 

En materia de sostenibilidad, ¿cómo se sitúan las empresas del país respecto a las de otros puntos de la geografía?

Quizá la diferencia, más que como país, viene dada por sectores. Por ejemplo, la Agenda 2030 ha llevado el impulso de la sostenibilidad al sector turismo en España, donde cada vez hay más conciencia. En cuanto a industria, agro, textil… hay diferencias entre las regiones. En otros países, como Alemania o países nórdicos, son más conscientes en estos sectores por la fortaleza de los mismos. Eso sí, se están tomando medidas. El Gobierno español está muy activo a la hora de adoptar las directrices de la UE y emitir nuevas regulaciones; existe el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, desde donde se toman muchas medidas, se dictan leyes que están sirviendo de impulso. En ese sentido, desde punto de vista institucional, se está ayudando al país, pero cuesta a la hora de aplicarlo en el día a día de las organizaciones porque tenemos un tejido empresarial con mucha presencia de pymes. Las grandes empresas están más sujetas a las regulaciones, pero para las pymes es más complicado comprender cómo adaptarse. 

 

“Es muy importante ver la economía circular como una oportunidad de innovación”.

 

¿Cuáles son las claves para elaborar un plan marco de transición a un modelo de economía circular?

En primer lugar, hay que mirar el entorno de cada empresa. Todo lo que puede afectar en el campo legislativo, social, tecnológico... Y después, ver los pros y cortas para la organización, así como sus fortalezas. Es muy importante, insisto, ver la economía circular como una oportunidad de innovación. Para elaborar ese plan de transición, primero hay que animar a las empresas a que piensen en lo que ya han hecho. Hay muchas acciones circulares que ya están en marcha. Cuando las empresas ven que lo hacen y se cercioran de que se puede, es un incentivo para continuar con nuevos modelos. También es muy importante tener en cuenta la digitalización. Si va al lado de la sostenibilidad, las posibilidades de multiplican. 

El otro punto que hay que tener en cuenta a la hora de trazar el plan es la colaboración. Las empresas no pueden hacer todo solas. Tienen que hablar con centros de conocimiento, universidades, startups, con sus proveedores, distribuidores… para analizar qué innovaciones y novedades pueden aportar beneficios a la empresa y cuáles se pueden incorporar. Por tanto, hay que medir lo que se hace y cómo se hace, y conseguir certificaciones que avalan el buen hacer. Y comunicarlo, la comunicación juega un papel fundamental. 

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