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La pandemia de coronavirus (COVID-19) ha demostrado la importancia de la colaboración para impedir el colapso mundial. Hemos visto cómo históricos rivales como Cisco e IBM se unieron para ayudar a que los alumnos españoles continuaran en remoto con sus clases, y a las más anónimas fábricas de calzado de Valverde del Camino (Huelva) aliándose para fabricar mascarillas.
Además de su capacidad para dar respuesta a los grandes desafíos, la colaboración corporativa también tiene un impacto positivo en las propias empresas. Resulta que las que participan en asociaciones de investigación (como los clústeres) son más innovadoras y resilientes, según un estudio con 800 pymes australianas. Este hallazgo, junto con el impacto social de los ejemplos previos, debería servir de inspiración: la colaboración de actores de diferentes tamaños, valores corporativos y objetivos ayuda no solo a la sociedad, también a las compañías.
Los beneficios de estas asociaciones no han pasado desapercibidos. En España existen decenas de plataformas para unir a sectores tan dispares como el acero, la biomasa y el corcho, según la web de la Agencia Estatal de Investigación. Todas ellas buscan la innovación mediante la suma de los agentes implicados, como la Plataforma Española de Innovación en Tecnología Sanitaria, que tiene sus precedentes en la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria creada en 1977. Su objetivo es "la interlocución" de los distintos stakeholders (hospitales, academia e industria) para aplicar el conocimiento científico de forma práctica. Por su parte, las universidades también impulsan las plataformas de colaboración: los clústeres son espacios en los que empresas, instituciones y los propios centros académicos trabajan dentro de un mismo sector para innovarlo.
Pero ¿cómo se organiza un trabajo a tal escala y con tantos agentes implicados? La respuesta está en la metodología moonshot thinking, que imagina futuros anhelados, difíciles y disruptivos para tomar decisiones de negocio en el presente. Inspirados por ese "disparo a la luna" al que hace referencia el nombre, es la filosofía subyacente en X, el laboratorio de innovación de Google, y en las misiones de I+D en inteligencia artificial (IA) del Gobierno de España (cinco grandes misiones en agricultura, energía, medioambiente, salud y empleo) para las que la IA podría ayudar y en las que habrá colaboración empresarial.
"A veces, las empresas no colaboran porque no tienen un objetivo común. La única manera de provocar esos cambios, esa transferencia de know-how y crear un pool de talento requiere que todo el mundo esté alineado en la misma dirección", explica la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, sobre la filosofía de las misiones.
Pero no todas las colaboraciones se limitan al ámbito de un solo país. Las instituciones internacionales también promueven los espacios de colaboración. Las Plataformas Tecnológicas Europeas (European Technology Platforms o ETP) son agrupaciones sectoriales que pretenden diseñar el camino en I+D de determinados sectores del continente, algunos tan disruptivos como la bio y la nanotecnología, pero también otros más clásicos como la alimentación y los productos químicos.
El objetivo final es que "el conocimiento generado a través de la investigación se transforme en tecnologías y procesos y, en última instancia, en productos y servicios comercializables", dice la Comisión Europea. En primer lugar, las compañías trabajan una visión común; luego, crean una Agenda de Investigación Estratégica con objetivos a medio y largo plazo; por último, dicha agenda se implementa para conseguir los recursos necesarios, tanto económicos como humanos y tecnológicos.
En la UE se han constituido unos 3.000 clústeres especializados, responsables de unos 54 millones de puestos de trabajo, de acuerdo con el portal de noticias Euronews. Incluso existe la Plataforma Europea de Colaboración de Clústeres, para "reforzar la economía europea a través de la colaboración", que permite buscar posibles socios en su web filtrando por industria o regiones, según describe la plataforma.
Acortar tiempo y distancia
En una época de economía globalizada y marcada por la distancia social, la colaboración corporativa no tiene por qué coincidir en el mismo espacio. Además de la metodología, la colaboración deslocalizada requiere herramientas que permitan la interacción entre los actores.
Si pensamos en plataformas colaborativas, probablemente lo primero que nos venga a la cabeza sean herramientas como Microsoft Teams, para chatear y compartir archivos con otros miembros de una misma organización, o Trello, un sistema de supervisión y adjudicación de tareas mediante tableros virtuales. Tanto en una como en otra se pueden crear equipos y tableros, respectivamente, para compartir con miembros externos a la empresa.
Sin embargo, la idea de colaborar con miembros de otros departamentos y compañías no es nueva. HCL Connections es una plataforma de IBM, cuyo primer lanzamiento tuvo lugar en 2007 y que ahora es propiedad de la multinacional de software HCL. Sus casos de éxito no se limitan a la colaboración empresarial: la Cruz Roja del cantón de Zúrich (Suiza) la ha utilizado para unir a sus trabajadores con los voluntarios externos, a fin de compartir los proyectos y comunicarse entre sí.
La unión hace los beneficios
Las plataformas de colaboración se han convertido en las herramientas estrella para fomentar la participación entre empresas y lograr un objetivo común del que se beneficien todas. Si nos limitamos a las herramientas de colaboración digitales, entre las ventajas de colaborar destacan la inmediatez y la rapidez de la comunicación, algo especialmente importante ahora que cada vez más compañías tienen a sus trabajadores dispersos.
Pero, si hablamos de las plataformas sectoriales, sumarse a una con compañeros del sector e investigadores permite seguir avanzando en tiempos inciertos. "Cuanta mayor es la incertidumbre, más probable resulta que las compañías colaboren", afirma el profesor de Estrategia en la escuela de negocios francesa INSEAD Andrew Shipilov.
Con independencia de la situación económica o sanitaria, facilitar el vínculo entre los actores de la industria, intercambiar conocimientos y detectar tendencias, necesidades u oportunidades de negocio son algunas de sus principales ventajas. Sobre esta última, una alianza puede ayudar a entrar en proyectos fuera del ámbito natural de la empresa (por ejemplo, en el extranjero) o a posicionarse en otros mercados.
Colaborar también puede aumentar el bienestar de los empleados. Un estudio de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) concluyó que la motivación de las personas aumenta cuando están trabajando "como socias", aunque estén físicamente separadas. "El mero hecho de sentirse parte de un equipo de personas hace que la gente esté más motivada para asumir retos", dijo el coautor del estudio y profesor adjunto de Psicología en este centro Gregory Walton.
Retos de colaborar
Como decíamos en otro artículo de Ecosistema Más Empresa, aunar fuerzas con otras compañías implica integrar a ambas partes, de forma que sus metodologías o culturas operen en la misma dirección. Por tanto, a la hora de apostar por estas plataformas, conviene tener en cuenta posibles sorpresas que afecten al desarrollo del trabajo.
En ese sentido, los retos de la colaboración pueden ser los mismos que encuentren los miembros de un mismo equipo empresarial que trabajan en remoto: la falta de coordinación o de dirección, la dificultad para usar una misma tecnología o la ausencia de reuniones conjuntas y feedback estropearán el resultado conjunto.
La socia fundadora de la consultora de liderazgo Next Step Partners Rebecca Zucker se mostraba a favor de la colaboración con personas que no se conocen, pero también advertía que "puede ralentizar la toma de decisiones y dar lugar a interminables reuniones, llamadas y correos electrónicos, que se calcula que consumen el 80 % del tiempo de un empleado, lo que deja poco margen de maniobra para el trabajo propio. Si añadimos otros factores, como los diferentes estilos de trabajo y la falta de claridad en las expectativas, puede ser un camino lleno de baches y mucha frustración". La experta recomienda tomar tiempo para saber cuál es, para cada colaborador, la concepción del éxito y cómo llegar a él, con el fin de "asegurarse de remar en la misma dirección".
Las filtraciones de información y la competencia directa también pueden despertar suspicacias entre las empresas. Según el estudio de las pymes australianas, un 57 % de los encuestados veían la confianza mutua como la mayor barrera para la colaboración, seguida del compromiso recíproco (56 %). Sin embargo, la experiencia demuestra que grandes competidores pueden aliarse con éxito, como Ford y General Motors con el diseño de cajas de cambio.
Dados todos sus beneficios, tanto para las propias compañías como para la sociedad, la colaboración empresarial se materializa en proyectos, productos y soluciones interesantes que engrandecen el trabajo de los actores que participan. Sea mediante tecnología o a través de un clúster, solo hay que encontrar la plataforma que más interese para acercarse el éxito. O, por qué no, colaborar en crear una diseñada para la ocasión.
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