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Este enfoque permite que las empresas exploren nuevas oportunidades de mercado, diversifiquen su oferta y respondan rápidamente a los cambios del entorno competitivo. A diferencia del emprendimiento tradicional, que implica la creación de un negocio desde cero, el intraemprendimiento utiliza los recursos, el talento y la estructura de la empresa para acelerar el proceso de innovación.
El término "intraemprendedor" fue acuñado por Gifford Pinchot III en la década de 1980. Según Pinchot, es "aquella persona capaz de desarrollar un comportamiento emprendedor bajo el respaldo de la empresa a través del descubrimiento, la evaluación y la explotación de nuevas oportunidades de negocio".
En su obra "Intrapreneuring: Why You Don't Have to Leave the Corporation to Become an Entrepreneur", el emprendedor y autor americano plantea varias recomendaciones para fomentar el emprendimiento corporativo:
En España, el intraemprendimiento es una práctica que está ganando terreno, aunque su adopción aún es desigual. Las empresas pueden optar por impulsar el emprendimiento desde dentro de la organización a través de incubadoras internas o mediante la captación o colaboración con startups para la adquisición de nuevas tecnologías o el desarrollo de nuevas líneas de negocio.
Estos programas son más comunes en sectores como tecnología, telecomunicaciones, banca y energía. Por ejemplo, Telefónica han liderado iniciativas como Wayra, una aceleradora de startups que también fomenta proyectos internos. En el caso de empresas energéticas, los objetivos principales de estas iniciativas incluyen la mejora de productos existentes, el desarrollo de nuevos servicios, la optimización de procesos y la transformación digital. Y en banca, para desarrollar soluciones financieras disruptivas.
Un intraemprendedor, como su nombre indica, comparte muchos de los rasgos distintivos de un emprendedor, pero desarrolla sus funciones bajo el paraguas de una empresa.
Para integrar el perfil de intraemprendedor, las empresas deben realizar cambios culturales y estructurales significativos. En primer lugar, deben fomentar una cultura empresarial que valore las nuevas ideas. El apoyo ejecutivo a los intraemprendedores tiene que ser absoluto para garantizar los recursos necesarios y dar continuidad a los proyectos. Y, sobre todo, las empresas deben tener estructuras flexibles donde los equipos y las personas se sientan con confianza para hablar y proponer en un ambiente que les incentive a llevar a cabo sus ideas.
Este tipo de roles presenta también riesgos a la hora de integrarse en las estructuras empresariales. Puede generar conflictos internos con los sistemas de trabajo más tradicionales; requiere de una mentalidad abierta y dispuesta al cambio; y con resistencia financiera puesto que los resultados no siempre son los esperados o son a largo plazo.
Por otro lado, el emprendimiento corporativo presenta considerables ventajas ya que ayuda a agilizar la incorporación de nuevos métodos o procesos de innovación; retiene el talento en la empresa puesto que estos empleados se sienten valorados y encuentran espacio y tiempo para desarrollar sus ideas; permite explorar nuevas líneas de negocio de forma paralela sin tener que interrumpir la actividad principal; y se facilita la adaptación al cambio y la flexibilidad en la estructura organizativa.