Aunque hablar en público es una habilidad útil y, en ocasiones, necesaria en el ámbito laboral, son muchas las personas a las que comunicar una idea ante una audiencia les supone un verdadero reto. Según el último estudio de Adecco sobre glosofobia, el miedo a hablar en público es una realidad para el 75% de los españoles. A esto se une el hecho de que no siempre es fácil construir discursos que capten la atención de nuestros interlocutores. Sin embargo, hay una serie de técnicas que nos permiten expresarnos de forma clara, efectiva y, por qué no, cautivadora.
Cómo meternos al público en el bolsillo
El primer paso para captar la atención de la audiencia pasa por estructurar nuestra intervención con lógica, de forma que el público pueda seguir nuestro hilo de pensamiento sin perderse y sin sentir que estamos saltando constantemente de un tema a otro. Aquí van algunas claves para organizar nuestra exposición.
- Antes de nada, es esencial conocer a nuestra audiencia. Así podremos adaptar nuestro discurso a su nivel de formación, conocimiento e interés. Tenemos que analizar por qué están allí, qué esperan de nosotros y dar respuesta a sus necesidades con nuestra intervención.
- Utilizar frases memorables al principio nos ayuda a enganchar al público y conseguir que se quede con nosotros. Podemos empezar con citas, datos, ejemplos o historias curiosas o llamativas. El objetivo es crear expectación y generar tensión para mantener la atención.
- Igual que en el inicio, las frases del final son las que se quedarán resonando en la mente del público. Cuidémoslas y busquemos alguna que marque a nuestra audiencia.
El segundo paso se centra no tanto en qué contamos, sino en cómo lo contamos. Esto es determinante, ya que la forma de expresamos puede convertir un discurso bueno en uno brillante.
- El contacto visual es una herramienta fundamental para no perder la atención del público. Las miradas breves y a los ojos denotan confianza en lo que estamos contando. Además, podemos interactuar con los asistentes haciéndoles preguntas o respondiendo a las que les vayan surgiendo.
- Otra clave es proyectar la voz para asegurarnos de que la persona de la última fila nos escucha. El tono con el que hablamos también potencia (o no) el mensaje: una voz segura denota convicción, mientras que una voz temblorosa demuestra falta de confianza. El énfasis nos ayuda a resaltar las ideas más importantes.
- La velocidad es esencial, ya que hablar de forma fluida pero pausada nos ayuda a vocalizar mejor. Aunque la tendencia es acelerarse, hablar con tranquilidad permite que nuestros oyentes puedan seguir nuestras explicaciones y se queden con los mensajes clave en mente.
- Cuidar el lenguaje corporal, la postura y la gestualidad ante nuestra audiencia contribuye a que seamos más o menos creíbles. Si estamos demasiado rígidos, transmitiremos tensión, y si estamos demasiado encogidos sobre nosotros mismos, trasmitiremos miedo e inseguridad. Una postura recta y relajada es ideal para mostrar tranquilidad. Sonreír es una forma simple de ganarnos a los que nos escuchan.
Estas técnicas son fundamentales para potenciar la fuerza de nuestro discurso, pero ¿qué pasa con aquellos para los que el mero hecho de hablar en público supone un problema?
Cómo enfrentarnos (y vencer) a la glosofobia
Los expertos están de acuerdo en que la glosofobia tiene su raíz en miedos sociales: al rechazo, al fracaso, a ser el centro de atención o a cometer errores. Barbara Berckhan, Carola Krause y Ulrike Röder apuntan en su libro El arte de hablar en público que todos ellos pueden condensarse en uno solo: el miedo a ser valorados por los demás. Este trastorno de ansiedad puede provocar nerviosismo, malestar general o insomnio, señala Ana Ropa, formadora en Comunicación. Sin embargo, existen ciertas fórmulas que pueden ayudarnos a relajarnos y a superar la glosofobia.
Antes de ponernos frente a nuestra audiencia
- Preparar la intervención. Saber sobre qué vamos a hablar, cómo y en qué orden nos hará sentirnos seguros al dirigirnos a nuestros interlocutores.
- Trabajar en los materiales de apoyo —notas, apuntes, tarjetas, presentaciones— que nos servirán de guía en caso necesario.Además, reducirán el miedo a quedarnos en blanco.
- También es conveniente practicar de antemano: frente al espejo, ante una cámara o ante familiares y amigos. Así interiorizaremos lo que vamos a contar y tendremos información sobre los aspectos positivos de nuestra exposición y aquellos a mejorar.
En el momento de hablar en público
- La respiración es determinante. Las inspiraciones profundas y pausadas bajan las pulsaciones, ayudándonos a relajarnos de cara a la intervención.
- Mantener una actitud positiva refuerza nuestra confianza y nos ayuda a transmitir seguridad en nosotros mismos y en lo que estamos contando.
- En este punto, es conveniente recordar que hemos preparado el tema y que somos los que mejor podemos explicarlo.
- Por último, tenemos que ser conscientes de que lo peor que puede pasar es, simplemente, que nos trabemos o que tengamos que recurrir a nuestras notas: no hay un peligro real.
En definitiva, cuanto más nos preparemos, más confianza tendremos en nosotros mismos y menos miedo a exponernos ante los demás. Los miedos desaparecen cuando nos enfrentamos a ellos, por lo que hablar en público de forma más o menos habitual nos ayudará, no solo a superar la glosofobia, sino a tener cada vez más soltura en la forma en la que presentamos nuestras ideas ante una audiencia.