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Fecha de publicación 01 abril 2025

Guerra de aranceles: un conflicto en el que todos pierden

Guerra de aranceles: un conflicto en el que todos pierden

La guerra arancelaria con la que amenaza la administración Trump, ha puesto en alerta a gobiernos y empresas de todo el mundo. Fiel a su lema “America First”, quiere imponer un sistema de gravámenes para proteger a la industria norteamericana e incrementar el consumo de productos nacionales. En una economía globalizada como la actual, cualquier cambio en el sistema de relaciones comerciales de un país tiene consecuencias en terceros. Los aranceles incrementan los precios, lo que reduce la inversión por parte de las empresas y los ciudadanos pierden poder adquisitivo.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en este segundo mandato ha provocado un movimiento geopolítico del que el mundo está expectante. En el plano comercial, ha iniciado una guerra de aranceles que ha provocado un incremento de la inestabilidad a nivel mundial y ha generado tensiones con países como Canadá, México, China o Europa. 

En un mundo globalizado, el comercio de cualquier país se ve afectado por los cambios en otro, de ahí que las decisiones que tome Estados Unidos se miren con atención en cualquier parte del mundo. Trump, imprevisible, pero fiel a su política de “America First”, está cambiando las reglas del juego, volviendo a una política comercial proteccionista con la que quiere proteger la industria norteamericana e incrementar el consumo de productos nacionales. 

La política arancelaria propuesta por Estados Unidos está siendo errática, lo que dificulta la toma de decisiones. “Trump utiliza los aranceles no tanto para proteger su industria nacional, sino como un instrumento de negociación en otros ámbitos políticos y comerciales. Este enfoque introduce una gran incertidumbre para los países afectados”, indica Raúl Mínguez, director del Servicio de Estudios de la Cámara de España en el artículo publicado por la Cámara de Comercio de España sobre el impacto directo e indirecto de los aranceles en la economía española.

Sean un arma política o no, lo cierto es que afectan a la economía tanto del país importador como del exportador.

¿Cómo afectan los aranceles al comercio?

El arancel es un impuesto que se aplica a las importaciones, tanto a productos finales como a los de producción. Este coste, por lo tanto, se repercute en el precio, lo que provoca un encarecimiento que reduce las inversiones, el poder adquisitivo de los consumidores y genera una subida de la inflación. Al mismo tiempo, las exportaciones pueden verse reducidas si el arancel es tan alto que el producto deja de ser competitivo. En consecuencia, la balanza comercial de los países exportadores se ve afectada negativamente.

La OCDE, en sus últimas previsiones económicas publicada en marzo (Interim Report March 2025), ha rebajado la proyección de crecimiento del PIB global del 3,3% al 3,1% para 2025 y la estimación para 2026 del 3,3% al 3% como consecuencia de la inflación, el aumento de las barreras comerciales y la mayor incertidumbre política y económica, que lastra el consumo privado y la inversión.

Efectos en las empresas españolas

Según datos de la Cámara de Comercio de España, las exportaciones a EE. UU. representan el 2,3% del PIB español, lo que supone alrededor de 22.000 millones de euros al año. Unas 27.000 empresas exportan a los Estados Unidos, sobre todo en los sectores de bienes de equipo, productos semi manufacturados y productos agroalimentarios.

Aunque el efecto de los gravámenes sería menor en comparación con otros países europeos, algunos sectores se verían seriamente perjudicados. Por ejemplo, la industria del aluminio y el acero puede ver reducidas sus exportaciones en un 10%, lo que supone unos 1.100 millones de euros menos de facturación, según el artículo publicado en El País

En este sentido, si los aranceles se aplican de forma homogénea pueden ser menos perjudiciales a nivel global que si se hace de forma discriminada por sectores o bloques comerciales. “Esto último podría alterar los precios relativos y generar desventajas para determinadas industrias y territorios, además de generar incertidumbre”, explica Mínguez.

Otro sector que está a la espera de una decisión definitiva por parte de la Administración Trump es el sector vinícola español, cuyas exportaciones a EE.UU. alcanzaron los 390 millones de euros el año pasado, según la Federación Española del Vino. Tras el anuncio de un gravamen del 200% a los productos alcohólicos provenientes de Europa, los bodegueros españoles avisan de que quedarían fuera del mercado norteamericano. 

El último anuncio de Trump deja otro sector clave afectado por los aranceles: el automovilístico, al que pretende aplicar un 25% a la importación de vehículos de pasajeros, camiones ligeros y piezas clave de automóviles.

¿Cómo hacer frente a los aranceles?

La respuesta ante la imposición de gravámenes a las exportaciones es la aplicación de contramedidas. De ahí que, los aranceles, en definitiva, no beneficien a nadie.  El mensaje por parte de la Unión Europea y del Gobierno de España es el de mantenerse firmes pero abiertos a negociar. En palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, “los aranceles y tasas son malos para las empresas, y peores para los consumidores tanto en la UE como en Estados Unidos. La UE seguirá buscando soluciones negociadas mientras salvaguarda sus intereses económicos”.

Mientras, las empresas están vigilantes ante el desarrollo de los acontecimientos y tratan de adelantarse al peor escenario posible. Puede servir la experiencia adquirida durante la primera administración Trump, en la que buscaron nuevos mercados emergentes, buscaron socios comerciales e incluso renegociaron con distribuidores compartir el impacto de los aranceles.

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