Transformación
Las familias empresarias pueden gestionar este patrimonio, si no es muy elevado, de forma personal; sin embargo, cuando este capital familiar es más elevado, se recomienda utilizar otro tipo de estructuras que garanticen no solo el crecimiento de los bienes familiares sino también la cohesión entre sus miembros. Aquí es donde entran en juego los family offices.
Un family office (FO) es una estructura diseñada exclusivamente para la gestión del patrimonio familiar de una forma profesionalizada. Aunque funciona en paralelo a la empresa familiar, es independiente de esta y requiere de una serie de cualidades diferentes a las requeridas en la gestión empresarial puesto que en ella entran en juego aspectos más personales y familiares.
El objetivo es preservar el patrimonio familiar y su transmisión a las siguientes generaciones. Un family office, por tanto, planifica y asesora sobre el patrimonio familiar a través de inversiones, planes de pensiones, fondos de inversión o gestión de inmuebles además de ofrecer asesoría legal y fiscal, lo que contribuye al buen clima familiar.
“Una buena gestión patrimonial no es solo cuestión de rentabilidad, sino de visión de futuro: se trata de proteger el legado familiar y asegurar su continuidad generación tras generación.” Nos dice Juan Linares, Director de Asesoría Fiscal de Ibercaja Banco.
Los expertos recomiendan crear un family office cuando el patrimonio de la familia es elevado y no puede gestionarse fácilmente a través de una sola persona, o cuando, por ejemplo, se ha procedido a la venta de una empresa familiar y se planifica ese patrimonio para que sea duradero en el tiempo. También puede ser interesante cuando se reciben importantes herencias o se obtienen ingresos elevados por un corto periodo de tiempo como es el caso de deportistas o artistas.
En cuanto a cifras, los primeros family offices que se crearon en España superaban los 2.000 millones de euros. Sin embargo, ahora se están creando este tipo de estructuras con patrimonios menores que pueden rondar desde los 20 millones de euros a los 150 millones de euros.
En función del volumen de activos que haya que gestionar, las necesidades son diferentes también por lo que se puede optar por dos tipos de estructuras: “single family office" (SFO) o “multi family office” (MFO). La primera implica una exclusividad en la gestión patrimonial, que abarca tanto asesoría fiscal, como contable, legal, inversiones y reporting. Para patrimonios más pequeños, la opción de un MFO puede ser más conveniente. En este caso, se contratan los servicios de una oficina de asesoramiento que lleva en cartera el patrimonio de varias familias. En este caso, el coste es también más reducido.
Independientemente del tipo de family office por el que se opte, los profesionales recomiendan comenzar por una estructura sencilla e ir escalando en función del crecimiento y de las necesidades. Asimismo, aconsejan que esté al cargo de la dirección del FO un profesional independiente y de confianza que no forme parte de la familia, con conocimientos técnicos y soft skills, sobre todo empatía y liderazgo.
Una vez decidido el tipo de family office más adecuado al patrimonio familiar, debe definirse la estructura y el gobierno de ésta, marcar unos objetivos claros tanto a medio como a largo plazo y decidir cómo se va a gestionar el patrimonio. En el caso de los SFO españolas, hay una preferencia por las inversiones inmobiliarias frente a las internacionales, que optan más por las inversiones financieras, y por las inversiones en private equity. Por su parte, los MFO tienden a invertir más en start ups.
En conclusión, los family offices representan una solución estratégica y personalizada para la gestión integral del patrimonio familiar, permitiendo no solo preservar y hacer crecer los activos a lo largo del tiempo, sino también fortalecer el legado y los valores para las generaciones futuras.
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