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Tres son las misiones de la universidad: la formación, la investigación y la difusión y transferencia de conocimiento. Y en el cumplimiento de las dos últimas está precisamente el argumento que mejor explica el considerable crecimiento del emprendimiento universitario a lo largo de la última década, gracias tanto al apoyo que se brinda desde las propias instituciones educativas (en formación, asesoramiento y mentorización) como al desarrollo de los ecosistemas de emprendimiento. Muchas de las spin-offs (iniciativas empresariales) impulsadas por miembros de la comunidad universitaria tienen, en efecto, su origen en los resultados de su actividad investigadora, se apoyan fuertemente en las nuevas tecnologías y se ocupan de desarrollar nuevos procesos, productos y servicios. “Es fundamental que parte de toda esa I+D se ponga en valor protegiéndola como propiedad intelectual, y que se dé a conocer a las empresas para que esos resultados se puedan licenciar y explotar”, explica Íñigo Artundo, CEO de VLC Photonics, una spin-off de la Universidad Politécnica de Valencia.
Consulta aquí el artículo completo "¿Es esta la edad dorada del emprendimiento universitario?", de El País.