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Fecha de publicación 26 junio 2025

Diversifica y crecerás. Definición y tipologías

Diversifica y crecerás. Definición y tipologías

El actual contexto geopolítico y sus repercusiones en el ámbito económico han hecho que ciertos términos que pasen a formar parte de nuestras conversaciones cotidianas. Uno es arancel. Otro, diversificación. Uno es el problema y el otro, una de las soluciones que se apuntan para hacer frente a las barreras comerciales

Pero la diversificación no se limita a la internacionalización. Se trata de una estrategia empresarial clave para, no solo acceder a nuevos mercados, sino también reducir riesgos, aumentar ingresos y optimizar cada una de las divisiones de un negocio. En definitiva, es un instrumento para mejorar la competitividad de las compañías.

En este artículo analizamos los tipos de diversificación que hay y los pros y contras de cada uno de ellos.

 

Analizar antes de tomar una decisión

 

La diversificación debe hacerse con una planificación reflexiva y estratégica, ya que implica una serie de riesgos y costes que deben ser analizados cuidadosamente. Bien pensada, es una buena medida para aumentar los ingresos y reducir la dependencia de un único producto, mercado o sector, pero requiere de una planificación minuciosa y debe de estar integrada en los objetivos generales de la empresa. 

Adentrarse en un mercado o sector nuevo requiere de inversión y suelen ser proyectos a largo plazo. Por eso, las empresas deben pensar primero en los recursos humanos y físicos que necesitan, si cuenta con financiación o no, si va a alterar la estructura organizativa o cómo va a integrarse el proyecto para que ésta no se desestabilice. 

“Cada proyecto de diversificación debe estar alineado con la estrategia global de la empresa. En Ibercaja acompañamos a las compañías en este proceso, ayudándoles a identificar oportunidades que generen valor sostenible”, explica Teresa Fernández, Directora de Empresas de Ibercaja.

 

Tipos de diversificación

 

Existen cuatro tipos de diversificación y cada uno tiene sus ventajas y sus inconvenientes.

  • Diversificación horizontal: se trata de desarrollar actividades que atienden al mismo tipo de clientes, pero con productos o servicios diferentes al originario de la empresa. De esta forma, se amplía el porfolio aprovechando canales ya existentes y se mejora la propuesta de valor. El riesgo en este caso es la competencia interna y la confusión que puede generar en el público, lo que requerirá de una buena estrategia de posicionamiento.
  • Diversificación vertical: en este caso, la diversificación integra elementos o procesos de la cadena de valor. Es decir, productos o servicios que se obtenían de terceros, pasan a formar parte del proceso productivo de la empresa. Permite reducir coste, mejorar la coordinación y no depender de proveedores. En el lado negativo, se pierde la especialización que aporta el outsourcing y el desconocimiento en la nueva línea de negocio puede acarrear problemas a la matriz.
  • Diversificación concéntrica o relacionada: expandir productos o servicios relacionados con la oferta actual de la empresa. Por ejemplo, una compañía que se dedica a la producción de agua embotellada y amplía su porfolio con refrescos o bebidas carbonatadas. Se aprovecha así la capacidad de producción y distribución, reduciendo costes y aumentando la productividad, aunque requerirá de ajustes, por ejemplo, en marketing y en gestión de los recursos internos.
  • Diversificación conglomerada o no relacionada: implica expandirse a negocios que no están relacionados con la principal actividad de la empresa. Se dispersa el riesgo, puesto que, si una industria se ve afectada, el resto pueden mantener su rentabilidad, y permite acceder a sectores con gran potencial de crecimiento. Al mismo tiempo, la falta de conocimiento en el nuevo sector entraña muchos riesgos y errores estratégicos y de gestión y puede perderse el objetivo de la empresa al tratar de abarcar diferentes ámbitos de actuación.

 

Diversificar puede marcar un punto de inflexión en la evolución de una empresa, pero debe abordarse con criterio y visión estratégica. Identificar la modalidad más adecuada según los recursos disponibles y los objetivos corporativos es el primer paso para que esta estrategia sea una palanca de crecimiento y no un riesgo innecesario.

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