La generación de energía es responsable de alrededor del 60 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Solo en 2022, el sector energético emitió 36.800 millones de toneladas de CO2, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés). Esto supone un 0,9 % más que en 2021 y un nuevo máximo histórico. La quema de combustibles fósiles, como el gas, el petróleo y el carbón, siguen siendo los principales responsables de estas cifras.
A pesar del aumento de los niveles de CO2 a escala global, parece que las medidas que está tomando la Unión Europea están dando fruto: las emisiones de la región cayeron un 2,5 % en 2022 gracias a la adopción de las energías renovables. Además, la IEA destaca que, por primera vez en la historia del Viejo Continente, la generación solar y eólica combinada superó a la energía nuclear o a la generación a partir de gas.
Los países europeos también lideran el índice de transición energética del Foro Económico Mundial, en el que España ocupa el 16º lugar. Sin embargo, aunque el informe señala que el 95 % de los países estudiados ha ido mejorando en la última década, todavía queda mucho por hacer. La transición energética, así como la descarbonización y la reducción de la huella de carbono, son elementos clave para recortar las emisiones y cumplir con el ODS nº 7 (Objetivo de Desarrollo Sostenible) de la ONU, que apuesta por una energía asequible y no contaminante.
Descarbonización, transición energética y huella de carbono
Políticos e instituciones suelen utilizar estos términos cuando hacen referencia a la lucha contra el cambio climático y a la reducción de emisiones. Sin embargo, aunque parezcan sinónimos, existen diferencias que los desmarcan entre sí:
- La descarbonización consiste en reducir las emisiones de CO2, principalmente, a través del uso de fuentes de energía de bajas emisiones, como las renovables.
- La transición energética es la transformación de un sistema basado en la producción de energía a partir de combustibles fósiles (carbón, gas o petróleo) a otro neutro en carbono; es decir, uno que genere energía a partir de fuentes renovables como la solar o la eólica.
- Por último, cuando hablamos de huella de carbono, hacemos referencia a la cantidad total de gases de efecto invernadero generados por nuestras acciones. Estas pueden ser tan cotidianas como conducir un coche, cocinar un plato o ver una película en el cine.
Pacto Mundial, una guía para reducir las emisiones corporativas
La lucha contra el cambio climático debe ser una acción conjunta en la que participen todos los miembros de la sociedad, incluidas las empresas. Pacto Mundial, la iniciativa de la ONU para la sostenibilidad corporativa, señala que “solo 4 de cada 10 empresas españolas se habían comprometido en 2022 a reducir sus emisiones”, a pesar de la necesidad de una “transformación urgente, especialmente en el sector energético, industrial, de transportes y construcción, alimentario y financiero”. Para ayudar a las empresas en este camino, el Pacto Mundial ha creado una hoja de ruta para la reducción de emisiones corporativas que consta de cuatro pasos.
- La creación de un inventario de gases de efecto invernadero (GEI). Se trata de un informe sobre la huella de carbono de la empresa, en el que las emisiones se pueden clasificar como directas (aquellas generadas por la propia compañía) o indirectas (aquellas que no dependen de la actividad de la propia organización).
- El cálculo de las emisiones. Esto puede realizarse a través de dos vías, el protocolo Greenhouse Gas (GHG Protocol) o la herramienta de cálculo de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC).
- GHG Protocol contabiliza los seis tipos de gases GEI (CO2, CH4, N2O, HFC, PFC Y SF6) y se centra en el reporte de emisiones. Es la más utilizada internacionalmente y permite comparar las emisiones propias de forma anual.
- La herramienta de cálculo de la OECC consiste en una calculadora abierta y gratuita del Ministerio para la Transición Ecológica. Es especialmente útil para organizaciones que no son pymes, cooperativas, fundaciones, asociaciones o parte de la Administración Pública.
- El establecimiento de objetivos científicos. Es decir, de metas públicas, cuantificables, específicas y acotadas en el tiempo. Para ello, Pacto Mundial ofrece iniciativas como SDG Compass o Science Based Target (SBTi). A día de hoy, solo el 20 % de las empresas españolas se guía por este tipo de objetivos.
- El desarrollo del plan de reducción de emisiones de GEI. Se debe pasar a la acción y poner en marcha las medidas necesarias para reducir las emisiones, en línea con lo establecido en el Acuerdo de París. Climate Ambition Accelerator (CAA), un programa de aprendizaje de seis meses promovido por Pacto Mundial, puede ser una buena opción para aquellas empresas que necesiten formación sobre cómo enfrentar la emergencia climática y contribuir al objetivo de cero emisiones netas en 2050.
Más allá de la empresa y de la estrategia corporativa
Además de establecer una estrategia definida, existen otros pequeños gestos que pueden contribuir a descarbonizar las empresas y a reducir su huella de carbono. Estos consejos son, además, aplicables a la vida cotidiana de los individuos, más allá del trabajo.
- Acciones tan simples como apagar la luz, utilizar iluminación LED o desenchufar los aparatos electrónicos de la corriente pueden ser de gran ayuda para ahorrar energía. En el caso de las empresas, optimizar el uso de espacios de oficina, evitando tener más zonas iluminadas de las realmente necesarias.
- La instalación de energías renovables, como placas solares domésticas, también contribuye a la transición energética y a la descarbonización de la economía. A la par, reduce nuestra huella de carbono, tanto a nivel individual como corporativo.
- El transporte es otro de los sectores más contaminantes, por lo que sustituir el coche privado por medios de transporte público, sistemas de movilidad compartida o modalidades eléctricas es una buena opción para reducir nuestra huella de carbono.
- Nuestras elecciones de consumo también importan. Es preferible elegir locales sostenibles, así como productos locales, evitando las emisiones producidas por su transporte. Es posible calcular nuestras emisiones de consumo con herramientas como la promovida por el Ministerio de Consumo.
- Aunque no sea tan evidente, la tecnología es una gran consumidora de energía. Recargar nuestros dispositivos con fuentes de energía limpias y reciclarlos o darles una segunda vida contribuye a reducir nuestra huella de carbono. Además, descargar contenidos en lugar de verlos en streaming o vaciar la bandeja de entrada de nuestro correo reduce la cantidad de datos a procesar en los centros de datos y, consecuentemente, la energía que utilizan estos centros en el proceso.
Para aquellos que quieran dar un paso más allá, existen herramientas como Climate Trade o Website Carbon Calculator con las que podemos calcular nuestra huella de carbono individual y la de nuestra empresa. Esta información nos ayudará a ser más conscientes de los efectos climáticos de nuestras acciones, así como a tomar medidas para ayudar en la lucha contra el cambio climático. Una lucha que, ya sea desde la empresa o a nivel individual, es tarea de todos.