Nuestros hábitos de consumo cada vez están más orientados al ámbito digital, que permite realizar compras de forma sencilla e inmediata. Sin embargo, el modelo tradicional aún persiste. Las ventajas del comercio local están permitiendo que muchas tiendas de barrio, como panaderías o ultramarinos, sigan siendo la mejor opción para un gran número de personas. ¿Qué beneficios tienen? Veamos algunos:
- Es más sostenible. Hace que el impacto medioambiental de lo que consumimos sea menor al eliminar la superproducción, reducir la cadena de transporte o priorizar los productos de temporada.
- Incentiva la economía local. Contribuye al desarrollo de la comunidad al promover un consumo basado en la distribución, gestión y compra en una zona.
- Productos de calidad. Apostar por productos frescos o la producción artesanal permite a los consumidores beneficiarse de artículos con mejores cualidades y más duraderos.
- Evita tentaciones. En las tiendas de barrio no existen algoritmos basados en el uso o publicidad invasiva que nos inciten a adquirir objetos que realmente no necesitamos.
- Ofrece un trato cercano. Los chatbots son sustituidos por relaciones humanas que no tienen como único objetivo una transacción económica y que transforman el barrio en un lugar de encuentro.
La lista de ventajas del comercio local podría seguir incrementándose. Lo más relevante es que podemos decir que ayuda a preservar la cultura y diversidad de una comunidad. De esta forma se pueden evitar los llamados procesos de gentrificación, que implican la transformación de un espacio urbano hacia lugares determinados por tiendas y restaurantes de grandes cadenas que diluyen la identidad propia de la zona. Entre otras medidas, esto ha provocado que algunas ciudades de Europa y EE.UU. pongan límites a las plataformas de alquiler turístico para evitar la devaluación del sector hostelero, según recoge un artículo publicado por Bussines Insider.
Los servicios esenciales a 15 minutos de casa
Uno de los temas de actualidad de este 2023 es "la ciudad de 15 minutos". El concepto parte del urbanista colombiano Carlos Moreno y persigue reducir los largos desplazamientos para cubrir las necesidades básicas. "Hablamos de servicios básicos. Vivir en la ciudad no es solo alojarse. Es acceder a tus compras o al trabajo con menos desplazamientos engorrosos, con mejor acceso al cuidado de la salud, a la educación o la cultura", explica el experto en una entrevista publicada por elDiario.es.
El concepto no es solo teórico. Está siendo llevado a la práctica por políticos como Anne Hidalgo, alcaldesa de París desde 2014 y firme defensora de "la ciudad de 15 minutos". La capital de Francia ya está notando sus efectos con la construcción de espacios verdes o la reducción del tráfico, tal y como señala un reportaje publicado en El Mundo. Existe además otro elemento fundamental: la creación de modelos económicos que impulsen a los pequeños comercios.
Otro ejemplo lo podemos encontrar en las Supermanzanas de Barcelona. El programa comenzó en 2016 para transformar las calles de la Ciudad Condal y dar protagonismo al peatón frente al vehículo privado. Como consecuencia, en zonas como la ronda de Sant Antoni se ha reducido un 25 % el nivel de dióxido de nitrógeno en el aire y el ruido ha pasado de 65 a 35 decibelios, según un estudio de la Agencia de Salud Pública de Barcelona. La iniciativa ha tenido repercusión a escala internacional nacional, como demuestra el artículo What New York Can Learn From Barcelona's 'Superblock' publicado en The New York Times, y otras grandes ciudades ya plantean la posibilidad de importar este modelo urbanístico.
Lo que se espera de las urbes del futuro, tal y como se acordó en la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), es que adopten medidas para avanzar a una economía con bajas emisiones de CO2. Por eso, apostar por el consumo de proximidad es una decisión que tiene repercusiones tanto individuales como colectivas. ¿El motivo? Con ello se determina cómo será el planeta heredado por las generaciones del futuro.
No es comercio justo todo lo que reluce
Hablar de las ventajas del comercio local es también hacerlo de una forma más responsable de consumir. Sin embargo, para desarrollar un modelo económico sostenible también es necesario atender al origen de los productos que compramos, normalmente diluido entre una gran cadena de intermediarios.
Por esa razón, en 1989 nace la Organización Mundial del Comercio Justo (WFTO por sus siglas en inglés). Su objetivo es proteger los derechos humanos y el medio ambiente, así como desarrollar relaciones comerciales estables que tengan en cuenta el bienestar de los productores. La asociación ya está presente en más de 70 países y cuenta con 324 organizaciones adscritas, entre las que se encuentran Oxfam Intermón o la Fundación Vicente Ferrer.
Pero ¿Cómo se sabe si un producto es justo? Según publica la WFTO en su página web, se puede asegurar de dos maneras: cuando ha sido elaborado por alguna organización miembro de la asociación o cuando tiene una certificación en su embalaje que lo garantiza. De esta forma no solo ayudamos a fomentar las ventajas del comercio local, sino también a luchar contra la desigualdad y la explotación. Porque vivimos en un mundo marcado por las tendencias económicas y cada vez es más urgente que estén sustentadas en criterios sociales y medioambientales