Líderes
En los negocios, como en la vida, tampoco queremos equivocarnos así que seguimos un proceso similar. La diferencia es que ahora podemos usar herramientas de Business Intelligence para poder tomar decisiones de una manera informada.
El término fue usado por primera vez por el ingeniero de IBM Hans Peter Luhn en 1958, en su artículo “A Business Intelligence System”, donde lo definió como un conjunto de actividades con “capacidad para comprender las interrelaciones de los hechos presentados de tal manera que guíen la acción hacia una meta deseada”. Es decir, la capacidad para analizar datos que nos ayuden en la toma de decisiones para alcanzar el objetivo marcado por la empresa.
Conocer a nuestro consumidor o usuario es fundamental para poder venderle nuestros productos o servicios: necesitamos saber desde dónde está, hasta qué le motiva a comprar, qué valora del producto, qué no le gusta o qué mejoraría. Las técnicas más tradicionales de análisis de mercado obtenían esta información preguntando directamente al usuario y, aunque el contacto directo siempre a va a ser una importantísima fuente de información, la digitalización permite obtener esas opiniones sin necesidad de estar presentes gracias a las herramientas de Business Intelligence (BI) o Inteligencia Empresarial. En definitiva, el BI es un sistema de obtención, tratamiento, análisis y uso de la información obtenida de nuestros consumidores y usuarios para la toma de decisiones informadas.
Tenemos la idea -equivocada- de que el Business Intelligence es sólo para grandes corporaciones. Es cierto que una gran compañía puede invertir grandes cantidades de dinero en herramientas que le permitan conocer a su consumidor, pero eso no impide que las pequeñas y medianas empresas también puedan hacer un buen uso de él.
En el caso de las pymes, es fundamenta entender que toda la información que podamos obtener de nuestros clientes o consumidores nos va a ayudar a entenderlos mejor y, por lo tanto, a ofrecerles lo que están demandando.
Una vez somos conscientes de esto, tenemos que definir claramente para qué queremos esos datos. Puede ser para introducir un nuevo producto, para incrementar las ventas, para analizar por qué no se está vendiendo como se esperaba, etc.
Luego, buscar las herramientas tecnológicas que mejor nos ayuden a conseguir ese objetivo que nos hemos marcado, sin olvidar que la tecnología es sólo el medio, no el fin. Google Trends, redes sociales, bases de datos estadísticas o información interna de la compañía nos sirve para obtener información. A partir de ahí, buscar las herramientas de análisis más adecuadas para identificar los buenos datos, distinguiendo el big data del smart data.
IBM, en su artículo sobre Business Intelligence, establece cinco etapas en el trabajo con datos:
Gracias a la obtención, proceso y análisis de datos, podemos:
Con una adecuada implementación de herramientas de Business Intelligence se pueden conseguir procesos más eficientes, ajustar las acciones de márketing, solucionar problemas en la cadena de suministro o mejorar la experiencia del cliente.