Transformación
Cada vez que visitamos una página web, produce, de media, el equivalente a 0.8 gramos de CO2. Para una web con 10.000 visitas al mes, eso supone 102 kilos de CO2 al año, según websitecarbon.com. Parece que estas actividades que se realizan de forma casi espontánea no tienen ningún coste, pero sí que repercuten tanto en los gastos energéticos de las empresas como en el medio ambiente.
Pensando a escala global, se trata de ser eficientes energéticamente, de forma que podamos llevar a cabo las mismas actividades, pero gastando menos energía, lo que se traduce en una reducción de la dependencia energética y, al mismo tiempo, se contribuye en la lucha contra el cambio climático.
Según datos del Parlamento Europeo, la mejora en la eficiencia energética no solo reduciría las emisiones de CO2, sino que podrían ahorrar 330.000 millones de euros en importaciones de energía en la UE.
Cuando se piensa en el día a día, a pequeña y mediana escala, las contribuciones que pueden hacerse en el entorno laboral ayudan a reducir la factura eléctrica y, en consecuencia, las emisiones de efecto invernadero.
Se trata de promover medidas sostenibles, acciones que combatan el cambio climático con el horizonte puesto en lograr una oficina neutra de emisiones. Medidas, además, que los clientes valorarán positivamente y repercutirán en la marca, más ahora que la sociedad demanda a las empresas proactividad en la lucha contra el cambio climático.
Los equipos electrónicos (ordenadores, impresoras, servidores, etc.) consumen una gran parte de la energía en las oficinas. Optar por aquellos más eficientes (según la clasificación energética de las Unión Europea) ayuda reducir el consumo. También se recomienda apagarlos en lugar de dejarlos en stand-by. Las regletas con pulsador son también un mecanismo eficaz para apagar todos los dispositivos a la vez y evitar consumos “fantasma”.
Ya se ha mencionado antes el impacto que un simple email tiene en la huella de carbono. Se puede reducir la huella de las actividades digitales con pequeños gestos. Por ejemplo:
En una oficina, la iluminación puede ser uno de los principales consumos. Prácticamente ya solo se instala iluminación led, que reduce considerablemente el gasto eléctrico, pero, además, se puede mejorar la eficiencia con sistemas de sensores de movimiento, para que las luces se apaguen o enciendan solo cuando detecte movimiento, y se pueden instalar luces regulables. No podemos olvidar que un recurso sencillo que va a contribuir a reducir el consumo eléctrico es maximizar la luz natural. Y, por supuesto, apagar la luz al salir de una estancia.
La temperatura en una oficia es un tema controvertido en muchas ocasiones. Ya sea porque en verano está demasiado baja o en invierno, demasiado alta. Lo recomendable es una temperatura que garantice el confort térmico de los empleados. El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo recomienda entre 23 ºC y 26 ºC en verano y, en invierno, entre 20 ºC y 24 ºC.
Promover los transportes sostenibles puede ser una solución para reducir el impacto de la huella de carbono en los desplazamientos por trabajo: el uso de transporte público, bicicletas, patinetes o compartir el coche. También existen apps para empresas que gestionan los desplazamientos y calculan tu huella de carbono. Puede ser una buena herramienta que los empleados pueden utilizar al mismo tiempo que son conscientes del ahorro en CO2 que están teniendo sus desplazamientos.
En el caso de que haya una cafetería o comedor colectivo, se pueden llevar a cabo numerosas medidas para reducir el impacto medioambiental. Desde campañas para reducir el desperdicio alimentario; promover el compostaje en las cocinas; reducir el uso de platos, cubierto y vasos desechables; instalar fuentes de agua o filtros para reducir las botellas de plástico, etc.